martes, 23 de julio de 2019

Historias de ludoteca I

 Hola gente!!

Llevo tiempo sin escribir porque he pasado varios días con fiebre, dolor de barriga, vómitos... vamos, para tirarme a la basura jajajaja. Yo es que siempre pillo algo, y más donde trabajo.

Pero ya he vuelto y ¡con más fuerza! Hoy comienzo la saga "Historias de ludoteca" (Primera parte)


Estas historias son anécdotas, curiosidades, momentos... que vivo con los niños y niñas en el día a día de mi trabajo como monitora en una sala infantil.

A lo largo de mi vida como monitora de la ludoteca o "seño del otro cole" he podido comprobar varias cosas:

La primera: Cuando un niño quiere ir a hacer pipí, el resto quiere también hacer pipí (o peor aún, pipí y caca), aunque le hayas repetido cincuenta veces, diez minutos antes, si quería ir al baño.

La segunda: El juego simbólico es lo mejor que hay. Ahí compruebas lo que la niña capta de familia y amigos, lo que le interesa y motiva. Es, el alma del niño/a. Pronto haré una entrada aparte haciendo mención al juego simbólico y su importancia en la vida del pequeño/a.

La tercera: El "por qué" y el "no".... palabras favoritas.

La cuarta: El sueño de cualquier niño/a: dibujar y pintar con rotus.

La quinta: Para pintacaras: o frozen o spiderman.


Cada niño es un mundo, y a cada niño le gusta algo diferente, pero mayormente, suelen coincidir en estas cosas. Por regla general, cuando los niños/as llegan al mínimo de 0,85 cm, no se suelen quedar. El apego con sus padres es demasiado fuerte y la situación es similar a una guardería: los niños se sienten abandonados.

Una vez pasan esta fase, hay varios tipos de peques:

- Los más pequeños/as, que parece que no se van a quedar, pero se quedan y toquetean todo lo que hay a su alcance, y se meten en todos los fregaos de los niños/as más grandes.
- Los timidos/as, que se esconden detrás de sus padres o se quedan muy pegados a ellos, y entran lentamente. Por regla general, luego se sueltan y participan en todo.
- Los que quieren tirar la puerta abajo para entrar ya, y cuando entran ni se despiden de los padres.
- Los que me dicen todos los datos de los padres pero no me entero porque no tienen una buena pronunciación, pero son taaaan collejos/as. Entran siempre con una gran sonrisa.
- Los "niños/as grandes" que entran raspados con 1,10-1,20 (el máximo) y tienen la sensación de responsabilidad por ser los mayores de la ludoteca. Suelen ser más respetuosos/as y quienes disfrutan más de las actividades y los talleres.
- Los que entran con duda, y que muchas veces se quedan, y otras veces tengo que llamar a sus padres porque ni consolandoles en brazos se calman.

Luego está la autonomía, por ejemplo, a la hora de quitarse y ponerse los zapatos y los calcetines, ir al baño o realizar los talleres. Realmente, la edad suele ser lo de menos. La práctica de hábitos y rutinas, la estimulación temprana, la exploración y experimentación, el juego... pesan más que la propia edad. He visto niños/as con 2 años y medio quitarse los zapatos y niños de 4 años que no saben y se los he tenido que quitar yo. Todo es cuestión de ofrecer al niño la posibilidad de hacer las tareas por sí solo, dentro de sus capacidades.

En fin, en mi ludoteca siempre tengo una mezcla interesante de personalidades, todas ellas respetables, todas ellas únicas, y aunque no soy una seño de clase, la ludoteca es como una segunda versión de una clase, y me encanta poder formar parte de los niños de esta forma.

¡Seguiré con historietas de ludoteca!

Muchos besos de oposeñobeika 😘

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